jueves, 23 de abril de 2009

tema 18.-LA CONFIRMACIÓN

SACRAMENTO: SEÑAL DE LA ALIANZA DE DIOS CON NOSOTROS
Recuerdo que alguien me pregunto que si la confirmación era un método de la Iglesia para acercarnos a ella; quizás en aquel momento no le supe responder adecuadamente, ¿o sí, no lo sé?, pero hoy al preparar estas últimas catequesis previas a vuestra confirmación, quisiera partir desde este término:”alianza”
Toda la historia contenida en la Biblia, nos habla de la alianza de Dios y los hombres, Dios propone, provee, y firma sus promesas con sellos o signos, que a veces no entendemos bien pero que tienen un gran valor y una amplia explicación catequética.


También nuestra confirmación conlleva signos que podríamos decir nos recuerdan o son la firma de Dios en nuestra alma, en señal o respuesta a nuestro imperfecto compromiso humano, siendo siempre Dios, todo-perfección, quien completa con sus dones y su acción, este compromiso que adquirimos para con Dios y como es lógico para con nuestra familia la iglesia.
La Biblia como decíamos cuenta la historia de la antigua alianza de Dios hecha a nuestros padres en el tiempo.(antiguo testamento) , En él los profetas ya hablaban de la Nueva Alianza que Dios vendría a restablecer , una alianza eterna (Jeremías 31,31 ; 32,40) que llega a su plenitud con Jesucristo. Cuyo único elemento es su sangre derramada, para nuestra salvación.(Lucas 22,20), siendo todo el compendio del Nuevo testamento el resumen de esta Nueva y definitiva alianza.
Los sacramentos, signos visibles de la gracia, forman parte o proceden todos de esa fuente, de esa alianza sellada con la sangre del Cordero, que es Jesús, a imagen del cordero que con nuestro padre Abraham, sello Dios, su fidelidad, para siempre, con El y su descendencia, en la que estamos incluidos.
Al igual que en aquel entonces, la alianza de Dios con el hombre, alcanza toda la vida del hombre, lo sagrado y lo secular, o sea todo lo que hacemos para dar culto a Dios en nuestra vida y todas nuestras realidades más cotidianas: nuestro propio crecimiento, nuestro trabajo, nuestras preocupaciones, nuestros apostolados, nuestras familias y amigos, nuestro comportamiento en sociedad, etc.
Es bueno siempre recordar, que los sacramentos tienen eficacia, solamente por el poder de Cristo y no por nuestro esfuerzo o el del sacerdote. Pero también es verdad que esa eficacia depende de nuestras disposiciones a la hora de recibirlos.
Tanto así como el que permanezca en nosotros actuando, depende en gran parte a que no olvidemos que lo poseemos. La efusión del espíritu Santo es un encuentro luminoso y conmovedor con Dios. “Sus dones son irrevocables”, solo precisan para dar sus frutos, que no nos apartemos de su gracia, que cada día, la pidamos y la preservemos de la apatía y la tibieza.
Para conseguir esto, es bueno recordaros que sin oración es imposible adelantar espiritualmente. Sin ella pronto pasará nuestra ilusión por seguir al maestro, o volveremos a una vida chata al margen del Dios, que hemos descubierto en este proceso de formación.
Y además es el medio más eficaz para alcanzar la libertad interior, frente a escrúpulos y frente a los acontecimientos que os rodean.
La oración es un método eficaz, si se hace un habito perseverante de ella. Es el modo más directo para conocernos y para conocer a Dios y lo que quiere de nosotros.
Dicho esto pasemos a centrarnos propiamente en el sacramento qué vais a recibir.
Algún tiempo después de vuestro bautismo, en el que el agua se derramo sobre vosotros significando el poder del Espíritu Santo, como fuente de donde manan todos los dones; y haciéndoos nacer a la vida del espíritu, y nos entra en la familia de Dios, dándonos la capacidad para disfrutar en plenitud de la vida de Dios: compartir su mesa, disfrutar de sus cuidados, de su paternal perdón y cariño.
El bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal, producen un cambio profundo y permanente en la persona que lo recibe, por eso desde el concilio de Florencia se dice que estos tres sacramentos “imprimen un carácter indeleble en el alma, como un sello que la distingue del resto”. Por ello estos sacramentos solo se pueden recibir una sola vez en la vida.
El Sacramento de la confirmación digamos que es un sacramento de fortalecimiento del cristiano, si por el bautismo entramos a formar parte de la iglesia, con la confirmación, dios nos concede su gracia para alcanzar la madurez cristiana.
En oriente este sacramento se le llama crismación, que proviene de la palabra griega ”Christos” equivalente al hebreo “Mesías” y ambas expresiones significan ungidos.
Quiere decir por tanto como suena que en nuestra confirmación somos ungidos, nos hacemos como Cristo mismo. Recibiendo con el la plenitud de los dones del Espíritu Santo.
Ungir significa preparar para el poder. El aceite utilizado (de oliva) produce los efectos de fortalecer, iluminar, nutrir y sanar.
Los primeros cristianos tenían predilección por este sacramento, y lo designaban con muchos nombres poéticos: “la imposición de las manos”, “el sello de Dios”, etc.
El Catecismo, hablando del rito esencial de la confirmación, dice: “el sacramento de la confirmación es conferido por la unción del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: “recibe por esta señal el don del Espíritu Santo” (CICA, nº 1300)



Que es el Sacramento de la Confirmación?
Qué es la confirmación, cómo y cuando se instituyó y la materia y la forma de la misma


¿Que es el Sacramento de la Confirmación?
El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La misma palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.

En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser testigos de Cristo.

El día de Pentecostés – cuando se funda la Iglesia – los apóstoles y discípulos se encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendían lo que había pasado – creyendo que todo había sido en balde - se encontraban tristes. De repente, descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron transformados - y a partir de ese momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”. El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La Confirmación – al descender el Espíritu Santo sobre nosotros - es una de las formas en que Él se hace presente al pueblo de Dios.

Institución

El Concilio de Trento declaró que la Confirmación era un sacramento instituido por Cristo, ya que los protestantes lo rechazaron porque - según ellos - no aparecía el momento preciso de su institución. Sabemos que fue instituido por Cristo, porque sólo Dios puede unir la gracia a un signo externo.

Además encontramos en el Antiguo Testamento, numerosas referencias por parte de los profetas, de la acción del Espíritu en la época mesiánica y el propio anuncio de Cristo de una venida del Espíritu Santo para completar su obra. Estos anuncios nos indican un sacramento distinto al Bautismo. El Nuevo Testamento nos narra como los apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del Espíritu Santo, destinado a complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo”. (Hech. 8, 15-17;19, 5-6).

El Signo: La Materia y la Forma

Dijimos que la materia del Bautismo, el agua, tiene el significado de limpieza, en este sacramento la materia significa fuerza y plenitud. El signo de la Confirmación es la “unción”. Desde la antigüedad se utilizaba el aceite para muchas cosa: para curar heridas, a los gladiadores de les ungía con el fin de fortalecerlos, también era símbolo de abundancia, de plenitud. Además la unción va unido al nombre de “cristiano”, que significa ungido.

La materia de este sacramento es el “santo crisma”, aceite de oliva mezclado con bálsamo, que es consagrado por el Obispo el día del Jueves Santo. La unción debe ser en la frente.

La forma de este sacramento, palabras que acompañan a la unción y a la imposición individual de las manos “Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo” (Catec. no. 1300) . La cruz es el arma conque cuenta un cristiano para defender su fe.




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