lunes, 17 de agosto de 2009

tema 11, ¿Somos discipulos de Jesús?


Partiendo de nuestra realidad:

Estamos participando en unas catequesis de formación para confirmar nuestra fe en Dios (Trinidad). En los dos días anteriores, hemos visto quien era Jesús, como actuaba, que mensaje traía al mundo, y seguimos aquí, porque esa figura, nos fascina.
Hemos contemplado la palabra de Dios hecho hombre, por amor al hombre. Uno de esos mensajes que hemos oído en las lecturas es que Jesús, nos invita a seguirle, a buscar el Reino de Dios, en todo momento.
Los que siguieron a Jesús se llamaban sus discípulos, os invito a ver este tema, con un corazón abierto, olvidaros un poco de nuestras situaciones cotidianas, de las crisis y de otras preocupaciones menos serias, y veamos, sopesemos si nosotros podemos o queremos llamarnos discípulos suyos, o quizás esta sea nuestra última catequesis.

"Estamos llamados a ser discípulos y misioneros.
Si en este momento nos preguntamos ¿De quién somos discípulos? Espontáneamente brota la respuesta: ¡De Cristo por supuesto! Pero no debemos apresurarnos tanto. El Evangelio nos presenta la actitud típica del discípulo en María, la hermana de Marta, sentada a los pies de Jesús y escuchando su Palabra. Entonces nos preguntamos: ¿De quién somos discípulos? ¿Cuánto tiempo dedicamos para escuchar al Maestro, al Señor Jesús y alimentarnos con la Palabra de Dios?
Si acaso participamos en la Eucaristía dominical y el equipo de sonido del Templo funciona bien y los lectores proclaman correctamente, tal vez ¿diez minutos? Si el sacerdote pronuncia una buena homilía ¿veinte minutos? Pero para muy pocos eso es todo. Para la gran mayoría casi nada.
Muchos somos más discípulos de la televisión, del trabajo, de los cotilleos, y de todo lo que ofrece la televisión y el internet.

. El camino para llegar a ser discípulo:
El Señor Jesús vive, como testigo, un proceso de discipulado tanto en referencia al Padre como en referencia a la humanidad: Escucha y Aprende del Padre; y, también Anuncia a la humanidad quién es el Padre. Escucha a la humanidad y aprende de ella Y anuncia a la humanidad a través de la encarnación. Jesús siendo Dios respeta lo humano en lo cotidiano, le da importancia: permaneció 30 años compartiendo la vida de todos los días en su pueblo.
Estas actitudes tanto hacia el Padre como hacia la humanidad van marcando sus diferentes opciones. Su vida pública, comienza con el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos. Vemos como en su primer encuentro llama a pescadores a ser sus discípulos…los llama y los invita para luego enviarlos a la humanidad. Lo más bello de todos esos encuentros y formación de sus discípulos es como se va entablando una profunda intimidad y amistad. “Ya no los llamo siervos sino AMIGOS”. JESUS llama – invita para que estén con EL. Los discípulos están en comunión con Jesús y con los demás discípulos y así forman la comunidad de discípulos de Jesús. Además el discípulo va formándose en la comunidad.

. Trasfondo de la palabra discípulo
La palabra discípulo –“maqhth"- significa originalmente en griego estudioso, persona que aprende en un sentido general.
En el contexto del Evangelio prevalece el sentido primario de seguidor o adepto. Los discípulos son ante todo seguidores de Jesús más que alumnos.
San Mateo es el evangelista que más ha subrayado la labor docente de Jesús. En su evangelio prevalecen los discursos catequéticos, especialmente los cinco grandes sermones que estructuran todo el Evangelio. En su vocabulario Mateo distingue claramente entre la proclamación kerigmática, o anuncio del Reino que viene, y la enseñanza de Jesús acerca de la Ley y de la justicia del Reino.
Necesariamente hay que enmarcar este tema dentro de la Teología de la Trinidad. El misterio de la Santísima Trinidad, que nos distingue de cualquier otra religión, nos hace conocer que Dios no es soledad, sino que es un Dios en Tres Personas. Nos revela a un Dios que es Amor. Por la forma en que Dios actúa sabemos cómo es Dios. Del Actuar, llegamos al Ser.
Por medio de este amor demostrado en el tiempo y el espacio, nos asomamos al misterio insondable de Su eternidad. Y a cada una de las personas de la Trinidad le atribuimos asuntos esenciales para comprender su actuación en nuestra existencia: - Dios Padre que nos sostiene en el ser - Dios Hijo que nos invita a seguirle - Y el Espíritu Santo, que es Amor, nos atrae e impulsa. De esta manera es que conocemos que cada persona de la Trinidad actúa en el tiempo

La palabra discípulo -en griego maqhthe – como ya dijimos, significa aquel que se vincula con una persona no tanto a nivel teórico, o por lo que el maestro le transmite a nivel de ideas, sino afectiva y vitalmente, a tal punto que asume su estilo de vida.
San Pablo utiliza un verbo muy descriptivo para expresar esto mismo: Revestirse.

¿Qué significa ser discípulo de Cristo?
El primer punto es difícil, pero es una realidad innegable de la que debemos partir: Nadie nace discípulo de Jesús. Para ser discípulo es necesaria la conversión (Metanoia, en griego), el cambio de mentalidad.
Es doloroso decirlo, pero para muchas personas no es normal ser bueno, no es normal pensar cómo piensa Jesús, actuar como actúa Jesús. Lo normal, lo espontáneo parece que es otra cosa... Ser discípulo, entonces, exige un renacer (Jn. 3, 16). Y si nacer y hacer nacer cuesta (esto pueden confirmarlo quienes somos madres), el renacer también.
“El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio.” (Mc. 1, 15) “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en El no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16)
Es difícil porque uno llega a acostumbrarse a todo, incluso –y sobre todo- llegamos a acostumbrarnos a nosotros mismos, a nuestros defectos, a nuestro pecado. Y buscamos cualquier cosa que nos justifique tal y como somos, que no nos incomode, que no cambie nuestro panorama.
Por eso la conversión es difícil. Porque lo único que realmente colma y da sentido a nuestra existencia, y soluciona nuestras insatisfacciones, es darnos cuenta que no estamos aquí para este mundo, sino para la eternidad, para buscar la eternidad.

Con esta búsqueda de la eternidad a través de la conversión, vamos adquiriendo una mentalidad radicalmente nueva de todas las cosas. Tan radical, que su fundador, Jesucristo, fue considerado un loco. Por eso el cristiano, si es auténtico, será siempre un exiliado... un signo de contradicción.
Es un pasar de mi mundo, al mundo de Dios; de mi horizonte, al horizonte de Dios… ese es el cambio de mentalidad que origina el ser discípulo de Cristo.
De luchar por los primeros lugares, a luchar por los últimos… “El que quiera ser el primero… que sea el ultimo”. De modo que lo que nos hace dichosos, sea la pobreza, el ser perseguido. De modo que te convenzas de que la mejor venganza es el perdón... (cf. Mt. 10, 18 ss Esta visión radicalmente nueva se obtiene a partir del encuentro con Cristo. (Jn 8, 12).
. Ser discípulo es, entonces, adquirir un modo de razonar que difiere “del mundo”, que no busca la gloria humana, que asume la realidad divina aún a pesar de la cruz: Recordemos el pasaje en que Jesús anuncia: “Iré a Jerusalén para ser crucificado”. Pedro le dice que no vaya... Y el Señor le increpa con una palabra muy fuerte: “Apártate de mi Satanás...” (Lo llama Satanás...).
Ser discípulo es sentirse contento por ser juzgado en virtud del seguimiento de Cristo. Es entregarse completamente a esta locura del amor. Porque cuando se ama, se hacen locuras, si no, nunca amaste... “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn8, 12).Esta conversión, esta relación de amor, si es verdadera, es para siempre. Si lo dejas, es que nunca te encontraste con Él.
Este encuentro permite lograr un Misterioso parentesco con Cristo mismo y con los hermanos, a tal punto que Cristo se vuelve padre, madre, hermana, hermano, etc., como leemos en Lc. 8, 19 ss. “Su madre y sus parientes querían verlo, pero no podían acercársele por el gentío que había”. Alguien dio a Jesús este recado: “Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.” Pero Jesús respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. (Lc. 8, 19) “A todos los que lo recibieron les concedió ser hijos de Dios: estos son los que creen en su Nombre” (Jn. 1, 12).
Este parentesco es mayor a cualquier otro, porque Dios une más que la sangre (Jn 1, 12). Y la persona que es totalmente de Dios, es también totalmente mi hermano, mi hermana, mi madre.
Ser discípulo implica –consecuencia inevitable- perseverar. Y se trata de perseverar con Él en sus tribulaciones (cf. Lc. 22, 28 ) 8 “Ustedes han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas” (Lc. 22, 28) El discípulo debe estar preparado para la prueba, para enfrentar al enemigo. Pero no estoy pensando tanto en enemigos afuera, sino me refiero al enemigo que yo soy para mí mismo. Y el peligro es que uno se acostumbra a todo, hasta a uno mismo… me acostumbro a mí mismo, a esta persona que no ha terminado de ser discípulo de Cristo, a este yo egoísta, que busca el primer puesto, que quiere estar siempre al frente. Este es el enemigo contra el que lucha el discípulo.

El discípulo es enviado como cordero entre lobos. El cristiano es contraste, es profecía, es choque (claro, debido a la conversión). El discípulo es capaz de decir no, de optar en contra del pecado. Es capaz de comprender, asumir y amar esta opción del bien que se enfrenta al mal sin medir el tamaño o la potencia para enfrentarlo. El discípulo opta por el bien a pesar de la inmensidad aparente o real del mal.

El discípulo asume cada día más la lógica “de las pequeñas cifras”. Es decir, la lógica de Jesús. - La lógica de la semilla de mostaza… que es la más pequeña de todas. - La lógica del grano de trigo echado por el sembrador… - La lógica del pequeño rebaño, como ha llamado a sus discípulos. - La lógica de la levadura… que no se ve pero que fermenta toda la masa. - La lógica de la sal… una pizca que cambia el sabor a toda la comida. Esta lógica que hace que el pastor abandone noventa y nueve ovejas para buscar una que se le ha perdido…
Finalmente, y quizá lo más duro: Los discípulos son los que están dispuestos a dar la vida por el maestro. (Cf. Jn 15, 13)
La propuesta es clara: “sígueme si me amas, y prepárate a dar la vida...”.
Jesucristo, ungido por un ardiente amor al Padre y a los hombres, se entregó a los trabajos, a la pasión e incluso a la muerte. Del mismo modo, los Apóstoles, testigos de la alegría de la Resurrección de Cristo, impulsados por el fuego del Espíritu Santo, recorrieron el mundo entero. Movidos por el celo apostólico y por el gozo del Espíritu, esforcémonos también nosotros, con todos nuestros medios y recursos, por conseguir que Dios sea conocido, amado y servido por todos.

Amemos a toda la humanidad, deseándole y procurándole la bienaventuranza del Reino ya iniciada en la tierra. Para tener los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo, que se anonadó a Sí mismo, tomando la forma de siervo, procuren los discípulos la humildad que, por disponernos a la gracia de Dios, es el fundamento de la perfección cristiana
De todos los dones que cada uno crea poseer, dé únicamente a Dios toda la gloria, procurando hacerlos fructificar copiosamente. Recuerde cada uno sus pecados y defectos y reconozca íntimamente la propia dependencia de Dios. . .

El mismo Señor, que se identificó plenamente con los que sufren, nos invita a reconocerle como paciente en ellos y a prestarles una ayuda eficaz, dando incluso nuestra vida por nuestros hermanos. Solidarios de los que padecen enfermedad, dolor, injusticia y opresión, soportémoslo todo por ellos, para que también ellos consigan la salvación.

Ya que Jesucristo padeció por nosotros, dejándonos su ejemplo, cuando estemos enfermos soportemos la enfermedad y los dolores con humildad y sumisión al divino beneplácito, sabiendo que con nuestra dolencia completamos lo que falta a la pasión de Cristo. Llevemos, pues, con gran paciencia la enfermedad y todas las deficiencias provenientes de la pobreza, predicando a todos con el testimonio de la vida.
Compartiendo las esperanzas y los gozos, las tristezas y las angustias de los hombres, principalmente de los pobres, pretendemos ofrecer una estrecha colaboración a todos los que buscan la transformación del mundo según el designio de Dios.

- Nuestras palabras y acciones denunciarán el orden económico injusto que pone el lucro por encima de la persona y causa tanta pobreza, deshumanización y muerte; será asimismo denuncia de todo aquello que pueda lesionar los derechos humanos, la paz y la justicia, o destruir la naturaleza".

NOTA:(El texto es del Arzobispo Rodríguez de Madariaga abreviado para adaptarlo a las necesidades de nuestro grupo)



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